Alicia Guerrero Yeste
(Reseña sobre Las mujeres, novela biográfica sobre Frank Lloyd Wright, seguida de una entrevista a su autor, T. C. Boyle)
«…pues
los interiores de todas sus casas se reflejaban entre sí como si él viviera
simultáneamente en cientos de habitaciones, de cuartos desperdigados por todo
el país pero que, de algún modo, en la arquitectura de su cabeza eran
contiguos. (…) Imprimía su sello tanto sobre cosas inanimadas como personas: en
ella misma (…) y seguramente en el resto de mujeres que entraban en su radio de
acción. Había llegado al punto de diseñarles la ropa. (…) Así eran las cosas,
así era Frank.»
«Todos
nos levantamos, como cada vez que entraba en el estudio, por muy concentrados
que estuviéramos en lo que teníamos entre manos.»
Todos hemos escuchado, no sin cierta
malsana fascinación, esos relatos (verídicos o apócrifos) por los que quedan
reveladas las miserias y excentricidades de ese puñado de más y menos
celebérrimas figuras de la arquitectura actual. Anécdotas de despotismo,
arbitrariedades, caprichos, accesos de divismo y vanidad chiflada…tras las que
también a menudo hemos podido escuchar la ocasional comprensiva disculpa de
alguien que tolera esas reacciones y comportamientos (que suelen ser
combinación de lo patético y lo execrable), defendiéndolas como signos de
potente individualidad o aduciendo la grandeza de los edificios concebidos por
el genio de esos individuos.
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