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sábado, 29 de diciembre de 2007
TIEMPO EN DISOLUCIÓN
Por Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste
Publicado en ABCD las Artes y las Letras - Número 830
En su cuento Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, Jorge Luís Borges hace depender la existencia de la materia arquitectónica –de los edificios y sus ruinas- de la presencia y memoria de los seres vivos sobre ellas: cuando una estructura deja de ser utilizada o recordada, se esfuma. La ausencia de hombres, da a entender Borges, hace innecesaria la existencia de cualquier arquitectura o escenografía arquitectónica. Las fotografías de la serie Architecture de Hiroshi Sugimoto son tal vez la ilustración de ese universo situado en otra esfera, reflejo especular de alguna otra, similar a la nuestra.
En su trayectoria de más de treinta años, trabajando fundamentalmente en blanco y negro y empleando una cámara de gran formato, Hiroshi Sugimoto (www.sugimotohiroshi.com) ha creado imágenes en las que trata de captar aquello que se evade a la vista. Sus fotografías son imágenes bellas y extrañas, imbuidas del grado de perturbación que exuda lo poético, que enfrentan al ojo a observar la realidad como si se tratase de una desconocida; y, representada la realidad más allá de su apariencia sensible, hacen al intelecto a reconstruir una relación y una interpretación con esas imágenes, no para identificar aquello que representan sino para sentir ante ellas cómo zozobran cualquiera de nuestras certidumbres sobre las dimensiones de lo real.
Sugimoto trabaja con la exposición prolongada de la cámara ante el objeto. Una lentitud que le permite construir imágenes en las que lo que se ve representado ya no es tanto el objeto como la detención del tiempo o la culminación del transcurso de un momento del tiempo. La materia es el sujeto en el que se hace patente la existencia del tiempo, en su dualidad como kronos y kairós.
‘Soy un anacrónico: me siento más cómodo en el pasado ausente’, afirma de sí mismo. ‘Para Sugimoto, lo inalcanzable es el estado de conciencia que trasciende la esencia de la realidad, esto es: el discurrir del tiempo. Creyendo que la trascendencia es imposible, se pregunta: ¿por qué vivimos en el tiempo? ¿Y qué aprendemos del hecho de vivir en el tiempo?” escribe el crítico John Yau en el volumen (editado por Hatje Cantz www.hatjecantz.de) en el que se recogen las fotografías que integran Architecture, una serie de imágenes de edificios cruciales del período moderno y de obras arquitectónicas históricas.“La arquitectura moderna de comienzos del siglo XX transformó enormemente nuestras vidas, liberando al espíritu humano de la decoración fabulosa. Puesto que ya no era preciso llamar la atención de Dios, todos los intentos aristocráticos de ostentación fracasaron. Al fin nos valemos de ayudas mecánicas que exceden nuestros poderes humanos, alcanzando la libertad de conformar las cosas a nuestro albedrío. Decidí esbozar los inicios de nuestro tiempo a través de la arquitectura. Descubrí que la arquitectura superlativa sobrevive, aunque disuelta, la embestida de una fotografía borrosa. Así comencé a hacer pruebas de erosión de la arquitectura para comprobar su durabilidad, deshaciendo muchos edificios en este proceso” argumenta Sugimoto al explicar el origen de este proyecto.
Todas ellas son imágenes borrosas, muy difuminadas, juegos de luz y sombra, donde los detalles del edificio desparecen y lo único que queda ante el ojo es su forma. Sugimoto elige fotografiar precisamente el ángulo más popularmente conocido de cada edificio, aquél que constituye su representación icónica en el imaginario colectivo. ‘Conjuran el momento en el que la inspiración del arquitecto comienza a definirse en la visión de un edificio así como la impresión que permanece tras haber visto un edificio muy famoso’, explica de ellas. Tratando de imaginar un concepto mental, cada una de estas fotografías aparecen como visiones surgidas en la bruma del ensueño, en las que los edificios se transmutan en espectros sublimes alzándose en medio del silencio del tiempo de la eternidad.
Atemporalizadas por el propio autor, que las define como imágenes de ‘la arquitectura tras el fin del mundo’, y depuradas, aluden al carácter inmanente de la arquitectura como organizador, símbolo y significado de la existencia de los hombres, que en su idealidad e idealización son puro producto del pensamiento y espíritu humano.
En este momento en que el empeño por la producción del icono arquitectónico se ha transformado en una obsesión, la fijación compulsiva por crear un elemento precioso y singular mediante un uso virtuoso de la tecnología disponible que permite la posibilidad de plantear la perfección, fuerza a la percepción a reaccionar y a actuar a través de los parámetros de una realidad minuciosamente perfecta. En tiempos en que se pondera la aceleración, los juegos de luces policromas, los límites afilados, Shigemoto reposa la cámara y dibuja con claroscuros paisajes difuminados. Por ese motivo, sus fotografías nos transmiten en una primera aproximación la sensación de que son obras excepcionales, anacrónicas, fuera de los márgenes espacio-temporales, excepcionales dentro de este espíritu del tiempo presente. Excepciones que confirmarían la regla de que vivimos en una época que tiende al hiperrealismo.
Esta sería una primera interpretación posible puesto que asimismo, consciente o inconscientemente, estas fotografías están transmitiendo el mensaje de una transición en la sensibilidad hacia lo arquitectónico. Anticipan el camino por el que discurrirá la idea en su futuro. Hastiados de la búsqueda del edificio perfecto, del icono todopoderoso y desterrada su importancia en una sociedad venidera en que se volverá innecesaria la materialidad ostentosa, la poética de las fotografías de Architecture de Hiroshi Sigemoto se convierte en la confirmación de la puesta en crisis de la arquitectura de presencia prepotente.
A través de su mirada brumosa, Sugimoto nos recuerda que la fuerza material y simbólica de un edificio radica en su capacidad para encarnar la esencia de la Arquitectura como gesto humano que trasciende al tiempo y al espacio.
Unknown
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