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sábado, 18 de noviembre de 2006

FACTORES EN DESARROLLO

Por Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste

1.
El futuro se cobija en pensamientos que se encuentran en el presente, en un estado de formación y desarrollo situado en el espacio donde las ideas son conjeturas sobre posibilidades, imaginaciones intuidas sobre el flujo del avenir. El espíritu del futuro está en proyectos y conceptos que la literalidad cronológica obligaría a catalogar como pertenencias a décadas pasadas pero que son de hecho planteamientos plenamente vigentes, vivos, que se aparecen, reaparecen y se encuentran con aquello que hoy transita por esa línea avanzada del presente. Para la arquitectura presente, esa línea de transito es la señalada por la voluntad de explorar las dimensiones espaciales no-eucledianas y por la vinculación de la arquitectura al potencial de la tecnología.

En 1935, Le Corbusier señalaba la rápida evolución de la aeronáutica como paradigma de la velocidad del desarrollo tecnológico de su tiempo, oponiéndola al anquilosamiento de la arquitectura coetánea. En 2006 sería factible la redacción de una proclama análoga, tomando como paradigma el acelerado avance de las tecnologías digitales y comparando éste y la incorporación inmediata a diferentes ámbitos de nuestras actividades cotidianas de todo aquello que éstas brindan a nivel de producción y comunicación, pero que carece de equivalente en lo concerniente a nuestros modos de relacionarnos con lo arquitectónico y lo urbano. Si la obsesión del Movimiento Moderno fue crear la máquina de habitar, fijación reflejo de la convicción en que la arquitectura debía integrarse en la dinámica marcada por la industrialización basada en el modelo de producción en serie, la arquitectura de nuestro tiempo –el de la Revolución de la Tecnología Digital y de la Información- se mueve en un entorno de infinitas nuevas variables que trata de aprender a traducir en entidades construidas virtual o materialmente, desarrolladas con todas las herramientas que pone a disposición del arquitecto la tecnología de nuestro tiempo. La aplicación –eminentemente desde la dimensión experimental- de estas herramientas está permitiendo la ruptura con el modelo cartesiano, terminando así con el dominio los postulados clásicos –no sólo en lo concerniente a lo formal, sino con la posibilidad de incidir en una transformación de los procesos de acción y percepción intelectual.

2.

Tras la eclosión en 1995 de la arquitectura íntegramente concebida y diseñada mediante herramientas digitales, con el concurso para la Terminal Portuaria en Yokohama que ganaría Foreign Office Architects, en el que tomaron parte los miembros de toda una nueva generación que surgía con una actitud arquitectónica que se distinguía por el aferramiento a una pose de cientificismo e intelectualismo con la que se pretendía radicalizar la diferencia esencial entre el carácter de sus aproximaciones formales y conceptuales frente a las pre-digitales. Poco después, en 1997, culminó la construcción del Museo Guggenheim Bilbao de Frank Gehry. Formado en la práctica analógica, el pensamiento de Gehry no operaba en términos digitales pero su conocimiento profundo de la arquitectura, el tener la conciencia clara del concepto de forma y espacio que intentaba transformar y subvertir, le permitió comprender el potencial de la nueva tecnología y aprovecharla.

La acción de Gehry desveló la equivocación inherente a aquella inicial infatuación con la tecnología, que resultó sólo en la creación de modelos formales y espaciales que no pudieron trascender el mero hecho visual y estético. Es preciso pensar en tecnología y arquitectura simultáneamente. La investigación con herramientas digitales ha comenzado a orientarse hacia la experimentación con su dimensión formal y material en el empeño a la vez de potenciar y enriquecer la diversidad y la complejidad arquitectónicas, dando lugar con ello simultáneamente a un proceso en el que se reformulan las bases del conocimiento técnico y conceptual del arquitecto.

La arquitectura surgida de los procesos digitales conlleva la posibilidad de generar una arquitectura dotada e inspiradora de nueva sensitividad. Las nuevas tecnologías pueden abrir puertas para el desarrollo de maneras de actuar y sentir acordes con una realidad cuya complejidad específica emergente nos redimensiona física y psíquicamente. Kas Oosterhuis indica que subyace en las personas actuales el deseo por arquitecturas visual y perceptivamente complejas, puesto que son transmisoras de una sensación de libertad.

En el territorio de la experimentación, el potencial tecnológico se ha hecho herramienta para el arquitecto para permitirle crear entornos expresivos y un nuevo concepto de confort, que no se anquilose en la planificación de emprendimientos monumentales o elitistas, sino desarrollando un trabajo en el que los procesos digitales deben servir para la creación y mejora de todos los entornos individuales y sociales.

3.

Hans Hollein anticipaba con precisión en 1967 el valor de la simulación: la auténtica existencia física de un edificio es un hecho de validez relativa mientras exista información acerca de él. Y actualmente un edificio puede transformarse enteramente en información y su mensaje puede ser experimentado a través de los medios en que ésta se difunde. Hollein no intuyó sin embargo que el desarrollo de la sociedad cuatro décadas después impondría sobre la actividad arquitectónica la necesidad de concebir incesantemente información, y que la tecnología digital se transformaría en la herramienta esencial con la que producirla y difundirla (gráficos digitales, animaciones...), y con ello se podría desvalorizar totalmente el significado de esa arquitectura y hacerla innecesaria y ajena en la esencia del pensamiento de su tiempo.

En 1995, Rem Koolhaas publicó S M L XL, donde plasmó una forma de planteamiento de construcción intelectual para entender cómo y cuál es el estado del tiempo presente, proponiéndose hablar de arquitectura desde una perspectiva sarcástica y desacralizadora del pensamiento. En 2004 publicó Content, un compendio caótico de ideas agresivas, más conceptualmente cercano a los mass media que a un libro de teoría, en el que el manejo de y la síntesis de datos es realizada mediante estrategias propias de la industria de la información. La hibridación entre la globalización y lo mediático, y el papel de la arquitectura en esa coyuntura, constituyen el eje de una reflexión que en su escapatoria de las convenciones impuestas por metodologías e ideologías canonizadas abre una vía posible hacia una actitud de pensamiento que afirme la perspectiva e intervención del arquitecto. La sensación que Koolhaas está transmitiendo a través de su reflexión teórica es que estamos ante un tiempo en que la arquitectura no puede ser comprendida mediante lenguaje y medios de análisis obsoletos ni endogamias intelectuales.

La tecnología digital y la posición del arquitecto dentro de la cultura informacional deben dejar de producir un mero producto con el que se retroalimenten las estructuras mediáticas de consumo para, en su lugar, generar revulsivos que permitan la reacción y generación de un conocimiento teórico y material en sintonía con una realidad cada vez más compleja, de cambios que se producen a velocidades en crecimiento exponencial.

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